La batalla sagrada
Ella no lucha por vencer.
Lucha por no olvidarse.
El barro en sus pies es tierra sagrada,
y cada herida que sangra
abre un portal a su verdad.
A su lado, un león.
No la guía, no la protege.
Camina con ella.
Como fuego gemelo.
Como el grito que no dijeron en su nombre.
Sus ojos no piden permiso.
Son los de quien ha atravesado la noche
con el alma rota
y ha vuelto con el corazón en llamas.
El león ruge,
pero no ruge para el enemigo,
ruge para que ella recuerde
que también ruge por dentro.
No es una escena de poder,
es una alianza antigua:
la fuerza y la fe,
la carne y el espíritu,
la mujer que renace
con el león que siempre fue parte de ella.
Y en medio del campo de batalla,
cuando todo arde,
ella sonríe.
Porque sabe
que no ha venido a huir,
ha venido a despertar.